De esta diosa, Gea, no tenemos mucha información.
Sabemos que todo empezó por el Caos. El Caos estaba formado por Vacío, Masa, Obscuridad y Confusión. Y por eso nació la Tierra, en forma de la diosa griega Gea.
En la mitología Griega era adorada como la madre universal. Creó al Universo y dió a luz a la primera raza de los dioses (los Titanes) y los primeros humanos.
Gea, o Madre Tierra, era la más antigua de todos los dioses de los
antiguos Griegos. Ella era conocida como la diosa suprema tanto por
los humanos como los dioses. Ella presidía sobre los matrimonios y los
juramentos y era honrada como una profetisa.
De la Madre Tierra brotó el cielo estrellado, con la forma del dios del cielo Urano. De Gea también surgieron las montañas, los llanos, los mares y los ríos que constituyen la Tierra como la conocemos hoy.
En el arte griego, Gea era representada como una mujer de avanzada edad y a menudo dando el bebé Erctonio (futuro rey de Atenas) a Atenea para que ésta lo criase. También se la puede ver como una mujer reclinada sobre la Tierra rodeada de dioses infantes de los frutos de la Tierra.
Con el tiempo Gea se convirtió en la madre universal y se la consideraba además inspiradora de muchos oráculos, poseedora de los secretos del Destino, cuyas predicciones eran más antiguas y seguras que las de Apolo (Dios de la profecia)
También sabemos que de ella nació Urano, conocido como el cielo, y Poseidón, conocido como el mar. Y por ellos tres se formó nuestro planeta tal y como lo conocemos.
Y entre Gea y Urano nacieron la primera generación de Dioses: Cíclopes, Titanes (Cronos fue el más destacado) y Titánides.
Y esto es todo lo que sabemos acerca de esta Diosa, Gea. La primera generación de dioses no hay mucha información pero
los Dioses comunes que todos conocemos tienen su historia :)
Besos, espero que os haya gustado esta primera Diosa. El próximo capitulo lo pondré pronto ;)
sábado, 27 de julio de 2013
domingo, 21 de julio de 2013
Capítulo 6
El
atardecer llegó pronto y tuvimos que irnos. Por el camino Sam y yo íbamos los
últimos, en silencio.
—No sabía que estabas en un equipo de volley. —empecé yo.
—No es que hayamos tenido mucho tiempo para
hablar. —bromeó y
yo puse mala cara— Vaya,
lo siento.
Volvimos
a quedarnos es silencio. Yo me fijé en los de delante. Daniel cogía por el
hombro a Helena y reían. Las demás chicas iban con los amigos de Sam charlando
tranquilamente.
Me di cuenta
que mientras estaba observando a los demás, Sam no había separado la vista de
mí.
—¿Te apetece dar un paseo? A solas. —puntualizó dejando caer la mirada en los que
iban por delante nuestra.
—Claro.
Doblamos
una esquina y los despistamos, quedándonos solos. El móvil de Sam empezó a
sonar. Se disculpó y dejó que yo avanzara unos pasos.
En el
tiempo que él estaba hablando y yo estaba sola, rocé el collar, que brilló y en
unos segundos volvió a ser mate.
“¿Harmonía,
eres tú?”
“Sí,
madre. He aprovechado que estoy sola para hablar contigo. Lo he conseguido.”
“¿Ya
tienes la piedra?” —preguntó
ilusionada.
“No,
madre. Estoy saliendo con Sam, el chico de la piedra. Tan solo es cuestión de
tiempo.”
“Pues
apresúrate. Llevas demasiado tiempo en Hawaii y necesito la piedra” —tosió mientras hablaba.
“¿Estás
bien mamá?”
“No muy bien, hija. Por eso necesito la
piedra ya”
“La
conseguiré tan pronto como pueda. Tengo que irme, Sam se acerca.”
“¿Estás
con él? Consigue la piedra. Ahora. Como sea, Harmonía. Por favor” —me
rogó. Ella nunca rogaba.
Y todo
se quedó ahí. Me quedé preocupada. ¿Mi madre se estaba muriendo por qué no
tiene las piedras? Esta tarde intentaría conseguirla
—Siento haberte hecho esperar. —se disculpó.
—No pasa nada, me ha dado tiempo a pensar unas
preguntas para que te conozca mejor. Empiezo.
—Me
parece bien, pero tengo el mismo derecho a conocerte yo también. Por eso tú me
vas a responder también a una pregunta.
—Estaba bien. Una tú, una yo. Es un trato justo.
–tendría que pensar rápido—
¿Aficiones?
—Volley,
cine y ahora mismo tú —terminó
y yo me quedé callada—. Me
toca. —¿Dónde
vivías antes?
No tenía
que haber aceptado que me preguntara. Tendré que inventarlo todo.
—Pues… de España. —dije, intentando sonar creíble con una
sonrisa.
—Bonito país. No me habría imaginado que
fueras de allí. ¿Y por qué viniste aquí?
—Hawaii siempre me ha impresionado y
necesitaba un cambio de aires —sí, era
eso. Cambio de aires. Cambio del Limbo a Hawaii…
—¿Y tus padres? ¿Nos los echas de menos?
—Murieron en un accidente. —inventé
—Lo siento. No quería… —se disculpó.
—No pasa nada. Está superado. —lo tranquilicé— Y ahora qué me doy cuenta, me has hecho tres
preguntas y yo ninguna. —dije
frunciendo el ceño.
—Soy muy manipulador, como te habrás dado
cuenta.
—Pues entonces ahora me toca a mí. —Pensaba en que podía preguntarle, pero no se
me ocurría nada— ¿Cuánto
tiempo llevabas con Diana?
—Vaya, pues hacíamos 1 año este mes. —se sorprendió por la pregunta, pero no le
importó responder.
No me
gusta romper parejas. Pero al situación lo merece y Diana no me caía bien.
Bueno vale no la conocía pero el primer día me gritó y no me agradó.
—¿Eres rubio natural? —intenté hacer la gracia.
—¿Qué pregunta es esa? —rió— Pero
sí, soy rubio natural. Te queda una pregunta. Piénsala bien.
—¿Dónde vives?
—Vivo a dos manzanas de aquí. ¿Quieres venir? —Era la oportunidad perfecta de conseguir la
piedra.
—Sí, claro —dije mientras asentía con la cabeza.
El
camino se hizo corto. Íbamos cogidos de la mano y de vez en cuando él se me
quedaba mirando y yo lo miraba a él. Me iba a costar muchísimo dejar todo esto.
No me gusta estar engañándolo. No me gusta hacerle daño.
Sam se
detuvo frente a una gran casa, parecida a la de Helena, pero más grande. La
fachada era de piedra rojiza y unos grandes ventanales cubrían toda la parte
delantera de la casa.
Sacó
unas llaves del bolsillo y abrió la cerradura. Me dejó pasar a mi primero.
Esperaba encontrarme una entrada pero dirigía directamente al gran salón, bien
decorado. Al fondo había una gran cristalera que daba al jardín. A mi derecha estaba
la escalera de madera en forma de caracol y a mi izquierda había un arco que
daba paso a la cocina. Enorme también.
—¿Te gusta? —preguntó mientras se dirigía a la cristalera.
—Es grande —respondí impresionada.
—Bueno ya. Sí, es grande —rió y abrió la cristalera por donde entró una
ráfaga de viento— Ven, te
voy a enseñar lo mejor de la casa. Mi lugar preferido.
Lo seguí
hasta el filo de la puerta y me quedé ahí parada. Ese lugar era precioso. Todo
estaba cubierto de plantas de todos los colores. Un gran árbol estaba al fondo.
Al lado del árbol había unos columpios. Y de los columpios al árbol había atada
una hamaca donde fue a sentarse Sam.
Me miró
y me señaló un lado de la hamaca para que lo acompañara.
Fui hasta
él y me senté a su lado. Pasó un brazo por mi hombro y se quedó mirando el
interior de la casa.
—¿Ya me conoces mejor?
—Sí. Un poco. —le dije mientras empezaba a darme besos por
el cuello.
—Me alegro. Tenemos tiempo de conocernos, no
te preocupes.
Ese era
el problema. Yo no tenía tiempo. Ni para él ni para nadie. Pasó de mi cuello a
mi cara. Ahora le tocó a mis labios. Me cogió de la cabeza para acercarme y yo
aproveché a dejar caer mis manos en sus piernas, cada vez más cerca de los
bolsillos. No tenía ni idea de donde tendría que tener la piedra pero seguro
que la tenía encima. Tiene que llevarla.
Pasó a
besar de nuevo mi cuello y yo gemí. Aquel pequeño gritito que hice le gustó y
me mordió la oreja.
Empecé a
tocar todo su cuerpo y él se dio cuenta de que estaba tocándolo pero no de la
manera que él esperaba. Sabía que buscaba algo.
—Charlotte, ¿qué buscas?
—¿Dónde está la piedra? —grité, eufórica.
—¿Qué piedra? ¿De qué hablas?
Mierda.
Él no la tiene.
sábado, 20 de julio de 2013
Historia de Fin de Semana (2)
¡Me han vuelto a mandar seguir la historia de fin de semana! Pero esta vez han cambiado las reglas y por eso quería darle las gracias a Irene por aceptar la idea que le propuse para el juego :)
—¡Corre!
¡Corre! —gritó Eineth mientras se alejaba de ella—
¡Ven conmigo!
Juliete se levantó con furia del suelo
y empezó a correr detrás de él. Seguir por aquel camino ya no era seguro,
tenían que encontrar algún lugar dónde no pudiera encontrarles la bestia.
Corrieron campo a través, se dirigían al bosque Munthrow. Hacía mucho
tiempo que nadie, en su sano juicio, se adentraba en ese bosque maldito, pero a
Eineth le pareció buena idea; en la aldea siempre había escuchado que la bestia
no podía entrar allí, aunque tampoco imaginaba que los peligros que les
acecharían en el interior de ese bosque eran mucho peores que huir de Hanfur,
la bestia.
(radio)
La oscuridad de
la noche hacía que el bosque fuera màs peligroso. Eineth agarraba a Juliete de
la mano para que no cayera. Ella estaba muy cansada. Llevaban unas cuantas
horas andando. Los ruidos que se escuchaban cada cierto tiempo asustaban a
Juliete e inquietaban a Eineth.
—¿Podemos parar
a descansar? —imploró Juliette— Estoy cansada
de andar y tengo sueño.
—No, es muy
peligroso dormir a merced del bosque. —Eineth siguió
tirando de la mano de su hermana pequeña.
Ya no sabían dónde
se encontraban. Perdieron el rumbo en cuanto el sol desapareció.
—¡He visto una
casa! -gritó Juliete y tirando de la mano de su hermano.
Y era verdad,
Juliete había visto una pequeña cabaña abandonada. Eneith decidió pasar allí la
noche hasta que amaneciera.
Dentro de la
cabaña no había nada, ni muebles, ni rastro de nadie viviendo allí. En un
pequeña habitación, que estaba al fondo de la cabaña, se encontraba una pequeña
radio. Se acercaron a verla y ver si funcionaba pero antes de llegar a
tocarla ésta se encendió sola...
(Mariposa)
Yo le mando
seguir el relato a: Beatrice ~ Tu
mirada me hacee grande
Reglas del
juego:
- Sigue la historia y deja una palabra entre paréntesis para que el siguiente pueda incluirla en su relato.
- Mándala otro blog y avísale para que pueda seguirla.
- El juego acaba el miércoles 24/07/2013. La persona que reciba la historia el miércoles deberá terminarla, el jueves la publicaré en esta web.
- Si no quieres participar, avisa al blog que lo envió para que pueda enviarlo a otra persona.
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